Policiaca
Mi pequeña voz

Esta historia es real, se cambiaron los nombres de los protagonistas a excepción del de la MP y se vivió en Aguascalientes capital.

Jueves 17 de agosto 9:10pm: Una olimpiada de cosquillas se desarrollaba en el cuarto, las risas de Andy y su mama ósea yo, se vieron interrumpidas por desgarradores gritos de una voz infantil que venían de la calle “Auxilio, ayuda por favor”, le dije a Andy quédate con tu papa y salí corriendo como un rayo veloz.

En la reja de mi casa encontré una imagen que no voy a olvidar, mi vecinito, un niño tan solo un poco más grande que mi Andy algo mojado por la lluvia con el bosquejo de un maquillaje que dejaba ver que aquello fue una cara de gatito, ansioso, temblando, con un llanto lleno de miedo y desesperación desencajado por completo decía a todo pulmón con su pequeña voz “Ayúdenme por favor, le está pegando a mi mama”, abrí la reja y metí de inmediato a Josecito quien me abrazaba apretándome con sus manitas y ocultando su cara en mí, aferrándose sin dejar de temblar mientras yo le gritaba desde la cochera a mi compañero que llamara a la policía.

Yo hacía lo mismo para ver quien corría con suerte y le respondían, yo recibí la respuesta para mi sorpresa, fue rápida y tomaron mi reporte exactamente a las 9:16pm, cuando escucharon la llamada a la policía en la puerta de la casa contigua apareció la mama de Josecito mi linda, joven y muy amable vecina Maru, pidiéndome que le mandara al niño y diciéndole a él que fuera, yo lo detuve, lo metí a la sala de la casa y salí para responderle “Discúlpeme no lo voy a dejar ir hasta que llegue la patrulla y esté segura que él esté a salvo ¿Dónde está Ana?, (la hermanita de dos años que tiene Josecito)”.

Mi linda y visiblemente contenida vecina solo decía “él ya se va, él ya se va”, y el agresor se fue, entonces salí con el niño de la mano que en todo momento susurraba “mi mamá, mi mamá” con un tono de preocupación que no debe tener nunca un niño, entré a casa de ellos, vi a Anita, estaba bien aunque callada (raro en ella) acurrucada en los brazos de su mami y su carita sin su sonrisa característica.

9:45pm llego la patrulla, una oficial femenina ingreso con permiso muy amable y prudente preguntó lo que había pasado y que quería hacer, en ese momento el agresor ingreso para ponerse a disposición de la policía.

Para entonces ya estaban en la puerta toda la familia del susodicho y ella sola porque como muchas no tiene a nadie más que a sus hijos.

Para no hacer la historia más larga de lo necesario nos dirigimos al Centro de Justicia para las Mujeres, él en la patrulla y nosotros detrás en su coche, ella manejaba nerviosa, temerosa, Josecito y Anita en la parte trasera del vehículo y lo único que se escuchaba era el sollozar de él y el extraño silencio de Anita.

A nuestro arribo 9:55pm al lugar que se supone por su nombre significa “justicia para las mujeres”, empezaron las sorpresas, primero no hay psicólogos que atiendan a los niños afectados como Josecito que seguía en shock o a las propias mujeres víctimas, tampoco hay médico que revise las lesiones, ni prisa porque la denunciante no trae sangre o golpes fuertes visibles, ni abogados que den asesoría.

Después de esperar por casi 40 minutos llego la MP según lo expresado por el mismo personal la mujer dijeron se llama Sarita sin la más mínima empatía o sensibilidad alguna en un tono que hacía suponer molestia por haberla incomodado de noche pidió a la afectada que pasara.

En menos de media hora tomo su declaración que no hizo que firmara y le dijo:

“No se puede quedar detenido por que tardo mucho tiempo en llegar la patrulla, y como no lo sacaron a él de la casa los patrulleros sino él se puso a disposición de ellos y usted no se ve afectada por los golpes pues no hay delito, si quiere denunciar, él llevará el proceso en libertad, y espérese afuera”, eso fue todo.

Ya en la sala de espera, mi vecina que en ese momento gracias a la nula atención de las autoridades y a la decadente MP Sarita, se sentía ridícula de haber acudido a buscar justicia al Centro de Justicia para las Mujeres, se compadecía de ella misma, de su suegra y hasta del golpeador y sin más se me soltó la lengua y le dije:

“Qué bueno que tenga usted una alma noble y la capacidad de compadecer a quien tal vez no lo merezca, pero yo le pido que me escuche con atención porque voy a ser la voz de una voz pequeña que por tan pequeña no ha sido escuchada”.

– “Tengo 9 años y lo único que tengo en la vida es a mi mamá, yo no tengo papá, ni tíos, ni abuelitos que vean por mí, yo no sé exactamente por qué el novio de mi mamá la trata así, y no sé por qué mi mamá llora a escondidas, ni se bien que siento, pero tengo mucho temor, ya no soporto los gritos y no quiero que maten a mi mamá, ni a mí o a mi hermanita, no sé nada, pero quiero ser feliz como los demás niños y no puedo, a veces lloro sin que nadie me haga nada, a veces tengo pesadillas que no recuerdo pero me despiertan y no me dejan dormir, yo solo quiero sentirme seguro en mi casa, ver sonreír a mi mamá y sentir amor en lugar de miedo y de esto en mi pancita que no es hambre pero me hace llorar y apretar mis puños muy fuerte”.

Esto fue lo que me dijo Josecito cuando estaba con él mientras ella declaraba, además apenado de haber salido a pedir auxilio y muy simple me explicó “No es la primera vez, pero otras veces ya estoy en la cama y el miedo no me deja levantarme, hoy no sabía qué hacer, solo le avente una pelota a ese señor y salí corriendo”.

Así ella solo respondió “No sé qué hacer, no quiero que él vuelva, pero ya vio, las autoridades quieren que regrese medio muerta para ser tomada en serio”. Yo no tuve respuesta, pues es lo que le habían dado a entender.

Tras esperar casi 50 minutos nadie salió, nadie le dijo nada, no pasó nada y nos retiramos de regreso a su casa, ella con las mismas lágrimas, con más dolor, mayor miedo, inseguros, lastimados, re victimizados, con impotencia y dos niños que temblaban aun dormidos.

Y Mabel Haro, a quien yo admiraba por su activismo previo a que le dieran la titularidad del Centro de Justicia para las Mujeres, cayó del pedestal, al parecer ni siquiera su historia personal conocida por el público le dio la suficiente sensibilidad para cambiar las cosas y ofrecer si no justicia en toda la extensión del concepto, sí por lo menos una verdadera y real atención oportuna.

Esta estoy segura es una historia de muchas que deja al descubierto que el tema de las mujeres, la violencia en su contra, la violencia doméstica, la violencia psicológica para los niños, y en general el bienestar de las mujeres, es solo un asunto que sirve a los discursos políticos y a las promesas de campaña, porque en la vida real estamos en Aguascalientes igual de vulnerables y a la deriva, desamparadas por la autoridad quien solo tiene para nosotras bonitos comerciales y mensajes falsos, botones rosas y faramallas de circo.

Pero eso sí, cada marcha aseguran que apoyan esos muchos gritos de “Ni una más”, pero cuando lo pueden evitar simplemente no lo hacen, al parecer prefieren atender feminicidios que prevenirlos.
Angélica Hawley

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